Muertos y hambrientos | Vientos Nocturnos

viernes, 2 de diciembre de 2011

Muertos y hambrientos

De nuevo, nos mandan un relato del mismo blog que la última vez, y viendo la temática zombie que hay en el ambiente con la serie "The walking dead", lo exponemos aquí para que disfruten de él:



MUERTOS Y HAMBRIENTOS

Estábamos recolectando las verduras del pequeño huerto que había frente a la casa, mirando hacia un lado y hacia el otro con miedo a que apareciese uno de ellos y nos pillara por sorpresa.

No había vallas que los rodeara allí y estaban completamente desprotegidos.

Pronto llegó el coche blanco que traían dos personas junto con bolsas con comida. Habría bastante para un par de semanas.

Abrieron la cancela de la casa, metieron el coche y mientras sacaban las cosas nosotros entramos en la casa. Pero el último no cerró la cancela.

Antes de que nos diésemos cuenta, habían entrado unos 8 o 9 e intentaban de cualquier manera, entrar en la casa.

Pronto los habitantes de la casa comenzaron a sacar las armas, volando las cabezas de todos los zombies que intentaban entrar y darse el festín más grande que jamás probarían.

Poco a poco, se fueron reduciendo en número, pero eso no evitó que mordiesen a uno de los nuestros. Un hombre mayor con un jersey de color granate y el pelo blanco como la nieve.

-¡Mátalo!

Le grité a mi hermano lanzándole un cuchillo desde la cocina. Sin miedo alguno, comenzó a clavarselo en el pecho sin ningún efecto.

-¡En la cabeza!

Me hizo caso y le intentó clavar el cuchillo en la cabeza, pero este se dobló. La hoja quedó hecha una L.

A duras penas, consiguió deshacerse del nuevo zombie que se estaba creando.

La puerta del salón daba a un pequeño pasillo, donde al final se encontraba un baño, enfrente de la puerta del salón, se encontraba la puerta de la cocina.

Me presenté voluntaria para cerrar la cancela, mientras los de dentro de la casa me cubrían las espaldas con sus armas por si quedaba alguno dentro.

Me asomé lentamente por la puerta de la cocina y vi el hule de la mesa de la cocina moverse a causa de una pequeña brisa levantada por alguien que había pasado por su lado.

Miré a la derecha, por si había entrado alguno en la despensa. Despejada. Miré hacia la izquierda, a ver si había alguno escondido tras el muro. Limpio.

Mi último movimiento fue girarme para avisar a los del salón que saldría, pero lo último que vi fue la boca desencajada de un zombie que se abalanzaba sobre mí con unos ojos sin párpados y la piel putrefacta.

Fuente: http://elcajondelaspesadillas.wordpress.com/

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