[/caption]Había ido a dar un paseo por el barrio. Unos jardines verdes rodeados de unas vallas blancas encabezaban cada casa.
En una de ellas, un camión de mudanzas estaba parado en la puerta, con las puertas traseras abiertas y descargando cosas. Un coche negro estaba aparcado en la acera, pero no había nadie dentro.
A veces pienso que soy demasiado cotilla, porque entré en la casa sin pedir permiso.
Entré en la cocina, una cocina blanca preciosa, amplia y con mucha luz. La puerta de la cocina daba a un angosto pasillo, que lo separaba de la entrada principal.
En la entrada, había una escalera que subía hacia el piso superior, imaginé que ahí estarían las habitaciones. Pero algo me mantuvo ocupada un rato en vez de subir.
Justo a los pies de la escalera, un hombre estaba arreglando algo. No lo podía ver bien, pero llevaba algo afilado en la mano. Vi como una niña de entre unos 15 y 18 años entraba corriendo por la puerta pisando todo el trabajo que el padre estaba haciendo.
Este, sin importar nada más, la cogió de la pierna gritando algo que no lograba entender. Sin más dilaciones, un grito hizo que me escondiese para que el hombre no me viese.
Estaba descuartizando a su hija viva.
Mi vista comenzaba a nublarse y no podía moverme del sitio. Tampoco podía apartar la vista, así que pude ver como la madre de la chica llegaba y llorando, al ver a su hija con los miembros seccionados debatiéndose entre la vida y la muerte, intentaba reconstruirla uniendo sus miembros amputados.
Lo último que recuerdo es como ese hombre con cara de loco, miró hacia donde yo estaba. Su mirada enferma, penetró la mía.
Autora: la escritora del blog.
Primera publicación: http://elcajondelaspesadillas.wordpress.com/
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