Tikal, el misterio de los templos mayas | Vientos Nocturnos

martes, 16 de agosto de 2011

Tikal, el misterio de los templos mayas

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En el norte de Guatemala, en un lugar mágico, se concentran los misterios de una fascinante civilización que aun oculta la gran mayoría de sus secretos.

[caption id="attachment_431" align="aligncenter" width="460" caption="Foto por Francisco López-Seivane"][/caption]


Tikal tiene fecha de 300 años antes de Cristo, siendo su mejor época a partir del S. VII.

Entonces, era centro ceremonial, a las cuales, indios de todo el Yucatán cruzaban la serlva para asistir, por ser un lugar sagrado.

Unas 10.000 personas vivían en su centro y más de 50.000 en los alrededores. Es lo que hoy podemos ver en ruinas.

Podemos imaginar la facilidad que en su época tenían para moverse por sus construcciones, pero hoy en día, no es fácil  recorrer las ruinas. La ciudad se esta convirtiendo en selva desde el S.X. Hace falta horas caminando y trepar los escalones que conducen hacia lo más alto de las pirámides, pero el esfuerzo merece la pena.

La Gran Plaza, lo que es el corazón de Tikal, estaba rodeada por 5 pirámides y la más alta, la llamaban El Templo de la serpiente bicéfala. Con unas vistas espectaculares de la jungla, tiene 65 metros de altura.

Los arqueólogos, han llegado a la conclusión de que las pirámides de caras lisas,

[caption id="attachment_433" align="alignright" width="230" caption="Estructura piramidal de Tikal"][/caption]

las usaban para la observación astronómica, sin embargo, las que tenían escalones coronadas por una cresta vertical, eran lugares sagrados. No todo el mundo podia entrar, era donde se celebraban las ceremonias religiosas.

Había otro tipo de pirámides, eran las que tenían habitaciones. Aquí es donde vivían los altos mandos de la tribu.

El corazón de la ciudad lo constituía Uno de los duelos más conocidos de los mayas, era el juego de la pelota, que como antes dije, no es precisamente un juego.

Es un enfrentamiento ceremonial, en el que el perdedor era degollado. Solían enfrentar los jefes de las tribus, ayudados por un escudero, debían desplazar la pelota, sin tocar el suelo, con la única ayuda de sus caderas, hombros, rodillas y codos. Ni los pies, ni las manos, ni la cabeza podían ser usados.

Si el juego se hacía en honor de los dioses del inframundo, el perdedor debía ser sacrificado cortándole la cabeza, manos y pies. Cuando se celebraba en honor de los dioses del supramundo, era el vencedor quien recibía idéntico castigo. El

Era así como zanjaban enfrentamientos entre ciudades, evitando así las guerras.

Habría que remontarse a los mártires cristianos para encontrar una disposición al sacrificio como la que exhibían los mayas.

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